Nos ha quitado casi todo. Olvidando que es quien es y que ha llegado hasta donde ha llegado merced al esfuerzo de la sangre militante del FMLN, mostró su rostro prepotente y soberbio justo al asumir la presidencia. Descalificó a Gerson Martínez, a Salvador Arias, a Salvador Sánchez Cerén y a Nidia Díaz aunque ellos saben mucho más que él. Y aunque nos quitó un poco de autoestima, lo toleramos. Se ha resistido a emprender los cambios que ofrecimos y que la gente espera, rodeándose de gente con pensamiento diametralmente opuesto al nuestro. Y aunque nos quitó mucho de la confianza que la militancia nos guarda, callamos. No le interesa profundizar la relación con Venezuela, ni acercarse a China, ni desatar una real y profunda cooperación con Cuba. Y aunque así golpeaba la esencia de la fraternidad revolucionaria en contra de los intereses de El Salvador, nada dijimos. Ahora tenemos miedo de pronunciar las palabras aquellas que encendían nuestra sangre de energía y valor: revolución, socialismo, imperialismo, desterradas ya de nuestras asambleas. Y así nos quitó mucho de nuestra identidad y orgullo.
Este día la amargura y la furia reprimida nos aprietan el pecho ante las noticias dolorosas que galopan. El momento de la decisión máxima se acerca aunque tratemos de mirar a otro lado. Ahora, ganando el control total del poder nos quiere quitar lo último que nos queda: LA DIGNIDAD.
viernes, 3 de junio de 2011
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