El capitalismo es un barco que hace aguas. Se hunde inexorablemente. Su debilidad mayor es su incapacidad de brindar a todos el bienestar que nuestra condición humana le demanda. Y eso provoca convulsión social, lo que lleva a la búsqueda de nuevas formas de organización humana que solucionen sus falencias: desigualdad, marginalidad explotación. Son la cara fea del sistema,las grietas que aceleran el hundimiento. Pero para impedir el desastre, el capitalismo tiene una última y desesperada medida: el subsidio, es el cemento que sella la grieta para que el barco flote un poco mas, para que el mundo crea que está vigoroso y que funciona. Y hasta en la izquierda se lo creen.
Desde los años sesenta fue claro que las desigualdades comenzaban a perforar el entramado oligárquico reinante en El Salvador. Y ya en los setenta las calles se cubrieron de gente exigiendo otras respuestas. Y cuando la demanda y el combate crecieron poderosos, la oligarquía se asustó, y comenzó a preparar el cemento necesario para detener el hundimiento. Los gurúes del Libre Mercado, callaron.
Si la gente no puede pagar el precio del Gas Propano, el recibo de la Energía Eléctrica, el pasaje del Bus, la tarifa de ANDA y los insumos agrícolas, lo que un gobierno debe hacer solo son dos cosas: o que la gente gane mas o que los precios bajen. En cualquier opción, hay que afectar al Sector Empresarial, pero en muchos casos son los que financian campañas electorales y golpes de estado, y eso es otro pisto. Así pues, en vez de revisar estructuras de precios y márgenes de ganancia de las empresas abusivas, cubramos con dinero nuestro temor: vamos al subsidio. Estos tienen tres características: Primera, SON PERMANENTES. El costo político de quitarlos es alto, y prisioneros de la próxima elección como estamos, es imposible. Segundo, SIEMPRE CRECEN. Un año después de concedido, los beneficiarios ya reclaman que es insuficiente, y viene el costo político. Tercero, EL REDITO POLITICO que se gana al concederlo, es efímero y volátil, y casi siempre se revierte. Por supuesto, nadie piensa en la carga inmensa que estos imponen sobre nuestro Presupuesto Gubernamental tercermundista.
Hoy, el subsidio al Gas propano ya pesa y se ha decidido focalizarlo. Esto necesita imaginación. Desgraciadamente, el Ministro de Economía ha demostrado falta de imaginación y voluntad de cambio, y la continuidad del gobierno de Saca en la Economía es evidente:"No tenemos control en los precios internacionales y ese es un libre mercado" dijo refiriéndose a los combustibles. Achís, eso mismo decía el Ministro Lacayo. Pero bien, ¿Como focalizar? Si solo se les concederá a los más pobres debemos saber quienes son. Porque los mas pobres en su mayoría cocinan con leña y carbón, y muchos que usan gas no tienen energía eléctrica o viven en mesón y qien paga el recibo es el mesonero. Y un profesional ¿No le puede pedir a su sirvienta que se lo vaya a comprar? Y el vendedor, que necesita vender, ¿De verdad se va a preocupar por ayudar al control? ¿Van a dar "Carnet de Pobre"? Cuidado, si no se hacen las cosas bien, podríamos estar creando un nuevo nicho de corrupción. y esto también trae costo político, que no le quita el sueño al ministro, pero a nosotros sí.¿Ya hicieron cuentas de cuantos miles serán los "encachimbados" que empezarán a pagar $15.00 por el tambo?
Lo que deberíamos hacer es un pacto de gobierno a gobierno con Venezuela que nos garantice, quizá con una Refinería propia, combustibles y gas suficientes para meterles competencia a nuestros oligopolios. (Nuestro hermano Brasil tiene petróleo pero no nos ofrece). Revisarle los márgenes de ganancia y las estructuras de precios y adecuarlos a lo que la Superintendencia y el Código de Comercio indican, aumentar en un diez por ciento hasta dos salarios mínimos y suprimir TODOS LOS SUBSIDIOS. Y no volver a ponerle parches al sistema, sino seguir trabajando por construir algo nuevo, mucho mas justo, igualitario y humano. Eso sería un cambio. Y uno de verdad.
domingo, 30 de mayo de 2010
sábado, 22 de mayo de 2010
No necesitamos Plan Quinquenal. Ya tenemos nuestro Programa de Gobierno.
Fue más de un año de duro trabajo y dedicación colectivas. Comunidades, gremios, asociaciones y comités de base se reunieron en diferentes sitios, bajo la dirección metódica de Gerson Martínez, en el Diálogo Social Abierto, para darle cuerpo y espíritu a una obra trascendental: El Programa de Gobierno del FMLN. Enriquecido con la visión franca de miles de ciudadanos y fortalecido por la decisión avasalladora de ganar el próximo gobierno, se le presentó, creemos, al candidato Funes para que lo asumiera, comenzando entonces la batalla final por la expulsión de arena del poder.
De pronto, hace pocas semanas, el gobierno ha comenzado a hablar de algo extraño: El Plan Quinquenal, que sería estructurado por quien sabe quienes pero aprobado, eso si se sabe, por el tanque de pensamiento que dirige el quehacer gubernamental: El Consejo Económico Social, que se reúnen allá de vez en cuando, y sólo unos poquitos, y que su obra monumental después de un año, ha sido su reglamento de funcionamiento. No señor, no necesitamos ningún Plan Quinquenal. Solo necesitamos ponernos a trabajar, en serio y con energía, lo que nos fue aprobado por el Pueblo Salvadoreño el 15 de marzo de 2009. Estar inventando mas de la cuenta, parecen casi tácticas dilatorias ante el temor, muy fundado por cierto, de caerle mal a la derecha si se quiere gobernar en serio. Hay tareas pendientes que el pueblo espera ya con impaciencia: el IRA, el Banco de Fomento para la Pequeña Empresa, el juicio y castigo a los corruptos y la inmensa tarea de desmantelar toda una estructura de corrupción e incompetencia en el gobierno que heredamos. No necesitamos ni queremos Plan Quinquenal. Nuestro norte está trazado desde antes del 15 de marzo de 2009. Pretender otra cosa puede ser un intento burdo por cambiarnos el rumbo, y este rumbo, señores, está firmemente empedrado de sangre y sufrimiento. Ni siquiera lo intenten.
De pronto, hace pocas semanas, el gobierno ha comenzado a hablar de algo extraño: El Plan Quinquenal, que sería estructurado por quien sabe quienes pero aprobado, eso si se sabe, por el tanque de pensamiento que dirige el quehacer gubernamental: El Consejo Económico Social, que se reúnen allá de vez en cuando, y sólo unos poquitos, y que su obra monumental después de un año, ha sido su reglamento de funcionamiento. No señor, no necesitamos ningún Plan Quinquenal. Solo necesitamos ponernos a trabajar, en serio y con energía, lo que nos fue aprobado por el Pueblo Salvadoreño el 15 de marzo de 2009. Estar inventando mas de la cuenta, parecen casi tácticas dilatorias ante el temor, muy fundado por cierto, de caerle mal a la derecha si se quiere gobernar en serio. Hay tareas pendientes que el pueblo espera ya con impaciencia: el IRA, el Banco de Fomento para la Pequeña Empresa, el juicio y castigo a los corruptos y la inmensa tarea de desmantelar toda una estructura de corrupción e incompetencia en el gobierno que heredamos. No necesitamos ni queremos Plan Quinquenal. Nuestro norte está trazado desde antes del 15 de marzo de 2009. Pretender otra cosa puede ser un intento burdo por cambiarnos el rumbo, y este rumbo, señores, está firmemente empedrado de sangre y sufrimiento. Ni siquiera lo intenten.
miércoles, 12 de mayo de 2010
El presidente no tiene quien le explique
Definitivamente, aún no ha entendido. El FMLN y el Pueblo Salvadoreño todo, creyó que Funes podía aportar mucho a la construcción de futuro, y le abrió el espacio suficiente. El sistema al que había servido lo tenía excluído, marginado y despreciado. Una y otra vez despedido. Y el pueblo, entusiasmado, le abrió sus brazos generosos, no para que nos guiara: nuestro rumbo y nuestro andar ya lo trazaron gigantes a finales del siglo 18. Ni para que nos fortaleciera: suficiente vigor y músculo tenemos en el sudor y la conciencia colectiva. Fue para que se incorporara a un proceso histórico que ni retrocede ni se detiene, para que fuera parte del nuevo amanecer que se vislumbra. Pero no ha entendido. No sabe que de tiranos y reyezuelos estamos hartos, y ríos de sangre se han vertido en su rechazo, y alguien debe contárselo. Que la sabiduría de siempre nos enseña que no se puede servir a dos señores y que pretender correr a dos bandas solo lleva a tropezar en los dos lados. Que apoyarse en aquellos que antes le despreciaron por independiente solo es confiar en quienes basan su estrategia en la maldad,la falsedad y la intriga, frágil soporte para quien está sin sustento propio. Debe comprender que tiene la oportunidad que su nombre sea recordado mañana por su aporte y su actuar consecuente o por su triste tarea de defender la existencia, agónica y postrera, de este sistema corrupto y decadente. Debe saber que el pueblo ama y odia con la misma pasión arrolladora y ¡ay! de quien es merecedor de lo segundo. Que el pueblo lo aceptó junto a él en su lucha como estaba: Excluído, marginado y despreciado, y alguna gratitud debe guardarle al momento de definir sus lealtades. Pero eso, tristemente, aún no lo ha entendido.
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